Seguimos en cuarentena, pero ya no vemos muchos y militares en las calles. Y, claro, hay un lamentable ¿por qué? El ha carcomido la cantidad inicial de efectivos del orden y, ahora, un tanto está internado y, otro, cumple aislamiento en sus viviendas.

Como diría el cholo Tulio Loza, marca choro por mi madre saber, por boca del mismo ministro del Interior, Gastón Rodríguez, que –hasta ayer– 46 policías han muerto por efectos de este virus.

Estos 46 héroes, porque lo son, dieron la vida por poner a salvo a la población y lo menos que merecen es el ascenso póstumo, como está estipulado. La cifra, además, debe representar un jalón de orejas para esas personas que incumplen olímpicamente las normas de prevención y son vectores directos del contagio.

Pero el drama policial no queda ahí: a decir del ministro, 3,873 de sus hombres dieron positivo, de los cuales 360 están hospitalizados y, escuchen bien, 17 en unidades UCI, o sea graves.

Y aquí también vale preguntarse: ¿En qué condiciones de bioseguridad estaban trabajando estos agentes? Las dudas cunden y los últimos movimientos en la cúpula de la Policía Nacional responden, precisamente, al maltrato y desdén con que se mira a institución tutelar.

Cómo puede ser que, en plena pandemia, a la PNP se le dé gato por liebre y que encima haya espacio para la corrupción. Como también diría Tulio Loza, ¡no mojen que no hay quién planche!

La orden del mandatario a Gastón Rodríguez, al momento de jurarlo en el cargo, fue que atienda bien a su personal. Para su mala suerte, ahí mismo se conoció el masivo contagio en las escuelas de Puente Piedra. ¡A la Policía se la respeta y cuida!

Este fue el ojo crítico de hoy y los leo en mis redes sociales. Por favor, protejan a la Policía cara…cho, hasta mañana, con el favor de Dios.