Varias veces nos hemos preguntado: ¿Qué pasa con la salud mental del país? Y es que todos los días tenemos crímenes, unos más espantosos que otros, y esto parece no tener una solución a la vista.

“La gente está loca”, me dijo esta mañana un taxista. Y no le falta razón.

Por ejemplo, ¿qué habrá pasado por la cabeza de este señor que asesinó a su pareja y a dos hijos e hirió de gravedad a otros dos, en El Agustino?

¿Qué culpa tenía la esposa y los niños ante los disloques mentales del obrero, que acabó con ellos sin ninguna contemplación?

Literalmente, ellos estaban viviendo y durmiendo con el enemigo. Un enemigo al que le cruzaron los cuchillos y terminó bañándose en la sangre de su propia familia. Y ad portas de la . Simplemente, no tiene perdón de Dios.

En realidad, la salud en general hace agua en todo el Perú y, mientras no haya una estrategia multisectorial de los gobiernos, seguiremos lamentando feminicidios, parricidios, homicidios y sangre inocente.

Temas como este, por supuesto, poco o nada le interesa al Congreso de turno, menos al que fue disuelto por el presidente Vizcarra, enfrascado en temas banales y en conflictos personales, menos en las necesidades primarias del pueblo.

Esto fue todo por hoy, cierro el Ojo Crítico, hasta mañana.