La justicia en nuestro país es increíble. Pasan cosas que indignan, por decir lo menos. Por ejemplo, Carlos Sulca, el brazo derecho de Gerald Oropeza, fue liberado por exceso de carcelería y trasladado desde Challapalca hasta su vivienda en Lima para que cumpla arresto domiciliario.
¿Qué se entiende con esto? Que el fiscal no terminó de empapelarlo, pese a la ampliación de 12 meses más de prisión preventiva y, en consecuencia, el Poder Judicial tuvo que enviarlo a su casita donde los policías tendrán que cuidarlo.
Al narcotráfico y, en general, al crimen organizado no hay que darles estas licencias.
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