¡Qué tal! El Covid-19 es un tema demasiado penoso como para hacernos los graciosos. No obstante, también necesitamos un tubo de escape para estas preocupaciones estresantes.

Recordemos que, como parte de la terapia de recuperación, hay médicos peruanos que bailan y cantan en los hospitales para contentar a sus pacientes. De manera que vamos a contarles algunos chistes que ojalá los tomen en buena onda porque de eso se trata: de amenguar la tristeza y el dolor que nos ha propiciado el maldito virus. Empezamos:

• No sé qué me da más miedo, si tomarme la temperatura o pesarme.

Estoy tanto tiempo en mi casa y sin trabajar que tengo miedo de convertirme en político.

• “Ya no aguanto este encierro”, dice Wilfredo, pero olvida que estuvo preso 5 años en Piedras Gordas.

El perro me mira como diciendo: ¿viste que encerrado a uno le dan ganas de romper todo?

• Hoy discutí conmigo mismo. No me hablo.

Con mi mujer en casa no es cuarentena, es prisión domiciliaria.

• Me dan ganas de meterme a la lavadora para dar una vuelta.

Un americano vio un murciélago e hizo a Batman; un europeo vio un murciélago e hizo a Drácula; un chino vio un murciélago e hizo una sopa.

• Ahora que ya sabemos lavarnos las manos pasemos al siguiente paso: el sobaco.

• Soñé que reabrían los bares y la gente entraba por orden alfabético. Yo soy Zenón Zuloeta.

• Se hizo justicia gracias al coronavirus. Las chismosas andan con la boca tapada.

• Cariño, ¿Qué harías si volvieses a los 70? José, yo nací en los 90. Cariño, yo hablo de kilos.

Todavía no he decidido dónde pasar la Semana Santa. Si en el cuarto o en la sala.

• Unos perros que conversan y se preguntan: ¿Qué está pasando que todos los humanos llevan bozal?

Dicen los especialistas que la risa es la mejor medicina y un remedio contra la adversidad. Y ese fue el cometido de esta video columna. Que despidan la semana con una mueca de alegría. Esto fue todo por hoy cierro el ojo gracioso, hasta el lunes.