Casi nadie se siente seguro en las calles. En cualquier momento, un estudiante, una mujer o cualquier vecino es víctima de un asalto. Los ladrones, con pistola en mano, pululan por la ciudad en busca de sus víctimas. Hay que tener mucha suerte para que el asaltante no dispare y se vaya llevando tus cosas sin hacerte daño. Y la Policía parece atada de manos para hacer labor de inteligencia y agarrar a estos delincuentes antes de que maten a un ciudadano más. De incógnitos, deben ir a los barrios para intervenir a estos delincuentes, quienes de día están en las esquinas y parques planificando sus atracos.
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