¡Qué tal!

Diego. Pibe. Diego Armando Maradona. Diego Armando Maradona. D10S. Genio. Genio y figura. Genio y figura hasta la sepultura.

Pelusa. El mejor jugador de todos los tiempos. El que vacilaba a Pelé, su segundo. El que le decía su vida a la FIFA. El que vengó a la Argentina con ese golazo a Inglaterra y que desató el ‘barrilete cósmico’ de Víctor Hugo Morales. El de la “mano de Dios”.

El que es más grande cada vez que Messi decepciona con Argentina. El 10 químicamente puro. El que amó e hizo sufrir a Claudia. El 1.67 m de pura habilidad. Solo el peruano Lucho Reyna pudo aplicarle un nudo gordiano y sacarlo de juego. El que le puso “maestrito” a Solano en Boca Juniors. El que vino a Lima y se declaró hincha del Boys. El que dijo que Julio Meléndez fue el mejor 2 del mundo.

¿Qué más? El rey de la iglesia maradoniana. El que no tiene hinchas sino fieles. El de la zurda de oro. El amigo de diablos (Chávez, Maduro y Fidel, entre ellos), pero también un tipo celestial, de buen corazón. El pretexto de muchísimas canciones. Fito, Charly siempre se rindieron a sus pies.

El que reconoció: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. Aprendan bacancitos de la noche. El tótem. El ídolo, el inmortal. Ecce homo.

Se fue a los 60 años, recién cumplidos, y el mundo se ha pintado de negro. De luto. Hay lágrimas, pero también consuelo por el tremendo legado. Y es que él es el dueño de la pelota, aquí o en la dimensión en que se encuentre.

Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona. Ahora él está en tu cancha, papa lindo. Cuídalo porque es bien díscolo.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, esta vez con una pena inmensa, hasta mañana.