Qué tal.

Veinte candidatos a la alcaldía de Lima parece un abuso. Pero nuestra democracia aguanta todo. En las elecciones presidenciales suele ocurrir algo parecido. En todo caso, preferimos esta avalancha de aspirantes al sillón municipal a, por ejemplo, la autocracia de Nicolás Maduro en Venezuela.

La pregunta es si estos 19 señores y la señorita Capuñay saben cabalmente en lo que se están metiendo. Lima, más que un alcalde, necesita un gerente o mejor si es un alcalde-gerente, que piense en modo cemento, es decir en obras, que son necesarias, pero también en modo transformación de la gente.

Me explico. La capital es un caos porque, además de la falta de infraestructura, todos hacemos lo que nos da la gana. En tránsito, nos zurramos en los semáforos, volteamos a lo bestia y el peatón es un estorbo. En civismo, nos importa un bledo llenar las calles de basura y pisotear los derechos de los demás.

En seguridad ciudadana, hay delincuentes a granel y hace falta una autoridad metropolitana que de la cámara -a la que apelan todos los municipios- pase a la acción coordinada con la Policía a fin de darle tranquilidad a la población.

Y así por el estilo. En buena cuenta, necesitamos un alcalde visionario, resolutivo, sensible, humano, conectado. Ojalá lo encontremos en esta veintena de postulantes.

Y así por el estilo. En buena cuenta, necesitamos un alcalde visionario, resolutivo, sensible, humano, conectado. Ojalá lo encontremos en esta veintena de postulantes.