Qué tal.

La política peruana es para reír, cuando no para llorar. Y en ocasiones se ríe o se llora por vergüenza ajena.

Aquí, como ya hemos dicho, vivimos en un mundo al revés, donde nada el pájaro y vuela el pez. Que vuelen los chanchos ya resulta común.

¿No les causa gracia, por ejemplo, que César Hinostroza diga que Miki Torres es “la señora K”? Los memes al respecto están a la orden del día.

¿No es para llorar de cólera que el fuji-aprismo esté a punto de ponerle aureola al fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, pese a que no es santo de la devoción de la mayoría de la población?

¿No es para matarse de risa que quien encabeza las preferencias en Lima corra el peligro de perder la candidatura por un presunto plagio? ¿Acaso no bastó con lo que le pasó a César Acuña?

¿No es para llantear que hinchas empujen a un destacado oficial por las escaleras del estadio nacional y luego este muera porque, además, el hospital de policía está en emergencia?

Así de fregados estamos y parece que solo nos queda ir a llorar a la playa.

Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta mañana.

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