Qué tal.

El país se pudre en corrupción, a la vuelta de la esquina te matan por un celular y el frenazo económico se siente en la mesa de las familias, sin embargo, al Congreso ni le va ni le viene esta situación y privilegia sus intereses particulares a los nacionales, como se ha visto con las reformas planteadas por el Gobierno.

No sabemos si era necesario que el presidente Vizcarra llegara literalmente a pechar al Parlamento en su propio terreno, junto al Premier y al ministro de Justicia, pero si el Congreso y el Ejecutivo no reman para el mismo lado en temas vitales como la corrupción y la impunidad, vamos camino a la anarquía institucional y, por ende, al estancamiento. Y así no juega Perú.

Parece que ambos lados no se dan cuenta del daño colateral que implica esta desavenencia. El Congreso, en cada encuesta de opinión, incrementa su divorcio con el pueblo, mientras que la aprobación del mandatario ha caído por quinto mes consecutivo y ya es menor que la desaprobación: 42% frente a 47%.

Lo peor de todo es que este choque de poderes crea inestabilidad y resquebraja la institucionalidad. Así que señores, pongan las barbas en remojo.

Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta mañana.

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