Qué tal.

En verdad, el pueblo ya tiene que hacer un mea culpa por haber llevado al Congreso de la República a tantos Cacasenos, Bertoldos y Bertoldinos, con las excepciones del caso por supuesto. Eso en primer lugar.

Luego, como segundo punto, hay que decir que los partidos políticos siempre han sido parte del problema. La verdad de la milanesa es que nunca aplicaron los filtros correspondientes para seleccionar a representantes idóneos y lo único que primó hasta hoy es la aportación de “billegas”. A más dinero, más arriba en la lista de candidatos. ¿O no?

Eso de las elecciones internas es un cuento chino y el resultado está a vista de todos: parlamentarios con antecedentes, que no pasan pensión a sus hijos, que mintieron en su hoja de vida (¡hola, Yesenia Ponce!), que han pedido coimas (hay un legislador lambayecano que se hace el loco) y mañosos y pervertidos a la vela, como el de la “mano zaz” y ese que acosa a una periodista preguntándole si ya está “desnuda en su camita”.

Lo peor de todo esto es que en el Parlamento reina el espíritu de cuerpo. Otorongo no come otorongo, aunque a veces hacen el amago de engullirlo. A ver si nos equivocamos menos en las elecciones venideras. ¡Por favor!

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