Qué tal.
Estaba cantado que Daniel Salaverry, despojado de la presión naranja y manejando el Congreso con el reglamento en la mano, iba a recoger mejores dividendos políticos.
Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) acaba de otorgarle 24% de aprobación, lo que significa un salto de 11 puntos en el último mes, cifra que no es poca cosa.
Y lo que es mejor: le endosa al mismo Parlamento cuatro puntos de simpatía popular, revirtiendo la flecha que apuntaba hacia abajo. La aceptación del Legislativo ha pasado de 7 a 11%.
Los fujimoristas le han puesto la puntería por tratarlos con firmeza y haberlos abandonado, pero, para disgusto de los seguidores de Keiko, al pueblo empieza a gustarle esta transformación kafkiana de Salaverry.
Que suba la aprobación del Congreso ya de por sí es un milagro. Y se anotaría un golazo si finalmente da luz verde a la Junta Nacional de Justicia. La recomposición del Consejo Directivo es un gran paso.
A ver si doña Rosa Bartra juega para Perú en la Comisión de Constitución porque la corrupción se ríe a carcajadas cada vez que ve estas demoras contemplativas.
Los intereses del Perú deben estar por encima de los rencores partidarios. Y Salaverry lo sabe.
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