Qué tal.

Como saben, , el ex jefe de Odebrecht en el Perú, no dejó títere con cabeza y, ahora, el panorama resulta incierto para la población de cara a las próximas regionales y municipales y, luego, las presidenciales (claro, si antes no se tumban a ).

Y es que, con los principales personajes políticos y eventuales candidatos embarrados hasta el cuello con el billetón de Odebrecht, es difícil que alguien se anime a darles su voto. Algunos de ellos ya cavaron su propia tumba, sin ninguna duda.

Lo previsible es que, a partir del 7 de octubre, día de los comicios locales, esta camada desacreditada empiece a pasar al olvido y aparezca sangre nueva que, ojalá, honre el cargo de autoridad elegida por el pueblo.

Necesitamos que pase una situación parecida a la ocurrida en la selección de Gareca: que gobiernen quienes suden la camiseta, no se la pasen de cantores, pongan el pie fuerte, tengan amor por el Perú y no piensen solamente en sus bolsillos.

Adiós a los cuatro o cinco fantásticos de la coima, queremos funcionarios en todos los niveles que le metan gol a la inseguridad ciudadana, a la corrupción, al crimen organizado, al frenazo económico, a la desilusión. En buena cuenta, a la inacción del Gobierno. Es justo y necesario.

Adiós a los cuatro o cinco fantásticos de la coima, queremos funcionarios en todos los niveles que le metan gol a la inseguridad ciudadana, a la corrupción, al crimen organizado, al frenazo económico, a la desilusión. En buena cuenta, a la inacción del Gobierno. Es justo y necesario.