Qué tal.

Una de las cosas que hemos aplaudido de  y que le ha servido para, finalmente, llevar a Perú a Rusia 2018 es la disciplina que impuso en sus predios. Se sabe, por ejemplo, que a  le puso como condición para volver a convocarlo que del aeropuerto vaya directo a La Videna y que se olvide de las juergas y las yahairas.

Parece que después de la sufrida clasificación se aflojó la marca y tenemos al mismo “Foquita” liándose a patadas con un hincha en barranco y, luego, festejando con modelos en su famoso búnker; a Cueva llegando tarde a la concentración del Sao Paulo sabe dios por qué; y a Yordy Reyna involucrado en la penosa muerte de la voleibolista menor de edad.

Y así no juega Perú, estimado Gareca.

Es hora de que acabe el recreo y que los tigrillos se echen a destacar en sus respectivos equipos para llegar en perfectas condiciones al país de Putin. Aunque no parezca, el Mundial está a la vuelta de la esquina.

Los jugadores que se salgan de las reglas simplemente que no vayan a la cita máxima del balompié. A ver si les queda ganas de andar en romance con la noche, el alcohol y el escándalo.

Ser mundialista denota una graduación, una titulación, un doctorado y los muchachos de Gareca deben entenderlo y honrarlo.

Esto fue todo por hoy, voy a sacarle punta al lápiz, hasta mañana.

Esto fue todo por hoy, voy a sacarle punta al lápiz, hasta mañana.