Qué tal.

Un Congreso de la República que casi todo el país desaprueba no puede darse el lujo de maltratar a quienes convoca por alguna investigación, como ocurrió con los policías de la Diviac que acudieron el lunes -junto al ministro del Interior Carlos Morán- para explicar la dilegencia de captura del expresidente Alan García, quien terminó suicidándose.

Y sorprende que los faltosos sean Jorge del Castillo, quizá el más centrado de los apristas, y el vicealmirante en retiro Carlos Tubino, vocero de Fuerza Popular y sabedor de que respetos guardan respetos. De allí su pedido de disculpas.

Pasa que, en ocasiones, los parlamentarios se creen policías, fiscales y jueces a la vez y en lugar de preguntar, acechan, juzgan, gritan, sentencian. Y lo peor de todo es que varios de ellos tienen tremendo rabo de paja.

La verdad de la milanesa es que este Parlamento está de mal en peor y encima ya volvió a sus funciones Moisés Mamani sin que le haya pasado absolutamente nada por manosear a una aeromoza.

Y hace poquito se descubrió a un congresista “comesueldo” y tenemos al desaforado Edwin Donayre prófugo por robarle gasolina al Ejército, su alma mater.

El casi 90% de desaprobación está largamente justificado.

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