Qué tal.

Se fue Marco Aurelio Denegri y quienes solíamos verlo y gozar de su estilo fuera de molde para abordar temas diversos como el amor y la muerte, su partida nos duele en el alma como una piedrecita en el corazón.

Y es que Marco Aurelio era el show de la inteligencia, el libro abierto, la mente privilegiada, la cita precisa, el estilo como método pedagógico para hacerse entender, y hasta contaba chistes y de los buenos.

Recuerdo cuando, frente a Marcela Robles, evocó el juego de palabras del poeta español Francisco Umbral que finalmente se pregunta: “¿En qué se diferencia el hombre y la mujer? En que el hombre es masculino, y la mujer masculona”. Carcajadas por doquier aunque, por supuesto, la escritora le advirtió que era un chiste desagradable y machista.

Marco Aurelio, además, gozaba con la austeridad. Su riqueza eran sus libros, sus hojas y el lapicero para preparar “La función de la palabra”. Una vez -y de eso fui testigo- un diario lo convocó para que promocione una colección del Diccionario de la Lengua Española.

Cuando le preguntaron cuánto eran sus honorarios, la cifra osciló entre 500 y mil dólares. No más. Es decir, una bicoca tratándose de él y de lo que implicada su aval para la referida colección que iba a venderse al público. Marco Aurelio fue un genio y figura hasta la sepultura.

Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta el lunes.

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