Qué tal.

El verbo que menos se conjuga en el Perú es prevenir. ¿Yo prevengo? ¿Tú previenes? ¿Él previene? ¿Nosotros prevenimos? ¿Ellos previenen? Parafraseando al presidente Kuczynski, la respuesta sería: ¡No, no, no, no, nooo!

Y es que se ha vuelto una política de estado y una costumbre nacional echar al olvido el peligro que acarrean las lluvias, los huaicos, los desbordes y las inundaciones y, cuando reaccionamos, ya tenemos la tragedia encima.

Todos sabemos que Chosica y las zonas aledañas son el epicentro anual de desbordes por las lluvias en la sierra y el consecuente crecimiento de los ríos, pero la población continúa viviendo pegada a la desgracia, al borde de la muerte, en el sendero del alud y al filo de la corriente asesina.

El congresista aprista Javier Velásquez Quesquén no es santo de nuestra devoción, pero tiene toda la razón y remueve el lodo cuando dice que “Lo de Chosica es el fracaso de la reconstrucción, con la complicidad de alcaldes que ahora se lavan las manos. En el norte igual, no hay reconstrucción sino indiferencia y olvido. Vuelven las lluvias y regresa la emergencia”.

Ni siquiera el devastador Niño Costero del año pasado nos puso en alerta porque, a todo nivel, seguimos en pañales en cuanto a prevención.

Esto fue todo por hoy, guardo mi lápiz asado, hasta mañana.

Esto fue todo por hoy, guardo mi lápiz asado, hasta mañana.