Qué tal.

En el Perú pasan cosas que a uno lo enervan, situaciones que hacen hervir la sangre, hechos que nos demuestran que hay gente que ha entrado en involución.

Y esta vez no aludimos a la política, que constantemente abunda en conductas de enajenación, sino a una aberración sin nombre de índole familiar: una niña de 9 años dio a luz producto de la violación de su propio padre. Así como lo escuchan.

No sé ustedes, pero yo quisiera tener cerca a este sujeto, y no para felicitarlo. Y es que solo una bestia puede perpetrar tamaña atrocidad. Atacar a tu propia sangre es un pecado que debe estar en la lista de los imperdonables. Y dicen que la esposa era la gran encubridora. Por Dios.

Bien la ministra de la Mujer, Ana María Choquehuanca, en asistir a la menor en el riesgoso alumbramiento en Tacna, pero la otra acción inmediata es apresar al violador y hacerle sentir el peso de la ley con una pena ejemplar.

El soporte psicológico a la niña-madre también resulta vital porque tiene que superar dos traumas: el del ultraje sexual a manos de su progenitor y el de la tarea de criar a un bebé, que no es poca cosa.

Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz que está recontra asado, hasta mañana.

Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz que está recontra asado, hasta mañana.