Qué tal.

El diario OJO, que me cabe el honor de dirigir, aterriza hoy -14 de marzo- a los 50 años. Las bodas de oro, como se estila decir. Y lo hace con las turbinas operativas al 100%, recargadas. En la madurez total.

Durante este medio siglo en circulación, mucha tinta ha corrido bajo sus páginas impresas y demás plataformas informativas. Y jamás se apartó de su génesis de diario utilitario. Nuestro hábitat es el comedor de la casa; es decir, el corazón de la familia peruana.

A.G. Sulzberger, al hacerse cargo de la dirección de “The New York Times” en enero de este año, manifestó que asumía el reto, entre otras cosas, “porque creemos que el periodismo debe ayudar a la gente a pensar por sí misma”.

Un idéntico prurito nos invade. Y la estructura de OJO, a partir de su forma y de su fondo, sustenta nuestro cometido. Valoramos la nota de registro, claro que sí, pero sobre todo la data nueva, la historia, la investigación, el consolidado escondido, la denuncia. Todo esto adentrado en la diversa gama de géneros periodísticos.

Al final del día, OJO debe haber servido para activar el razonamiento, el análisis y la deducción en sus miles de seguidores. La cereza de la torta son nuestras secciones de salud, tendencias, moda, entretenimiento -Casos del corazón, con Magaly Moro, está mejor que nunca- y el amor con que confeccionamos el periódico.

Nos abrazamos con ustedes, queridos seguidores, y larga vida a OJO.

Nos abrazamos con ustedes, queridos seguidores, y larga vida a OJO.