Qué tal.

“Una persona es feliz cuando logra su felicidad”. Filosofía pura del gran pensador César Acuña. “Demuéstrenlo, pues, imbéciles”, podría reclamar un ducho en retórica inflamada como Alan García.

Y el que ya parece aprendiz de Arjona es Mark Vito. “Si mi delito es ser esposo de Keiko, condénenme a la muerte” ha sido una de sus mejores canciones del año.

“¿Y dónde mier… se encuentra Julio?”, se preguntaba la reportera Angie Espejo, pero la pregunta real era: ¿dónde mier… está Toledo? El chakano se zurra en la justicia.

“Ya sabes cómo es la nuez y ya sabes lo que vas a sacar”, prometía Giuffra a Moisés Mamani. El que no sabía que se venía su fin era Kuczynski.

Y hablando de marmaja, “para el ritmo de vida que llevo, no me alcanza el sueldo del Congreso”, se quejaba Leyla. Hoy estar misio es estar chihuán.

“Estoy pensando en diez verdecitos”, ajustaba Walter Ríos en los audios. Y César Hinostroza se defendía en el Congreso con uñas y dientes: “niego ser el juez más corrupto”. Hoy está encarcelado en España.

“Puede usted gritar toda la mañana si usted quiere”, cuadró Salaverry a Bartra. Y luego se puso más faltoso con Luz Salgado: “Respete usted, aprenda a respetar, respetos guardan respetos”. La naranja está partida.

El papa Francisco puso la mejor frase del año: “¿Qué le pasa a Perú que cuando uno deja la presidencia lo meten preso?”. La corrupción, pues, querido Panchito.

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