Sara Abu Sabbah

Hay adolescentes cuyo ritmo de vida por la es equivalente a la de un anciano muy agotado. Despiertan, comen, retornan a la cama o silla para seguir desde ahí sus clases online, se levantan para el almuerzo, luego se sientan a ver tv y la última comida la tienen sobre la cama mientras revisan redes sociales.

¿Qué puede pasar con un adolescente, cuyo cuerpo está diseñado para el movimiento y el esfuerzo físico, si lo mantiene todo el día en reposo? Varios trastornos. En primer lugar, ganará peso; segundo, al no utilizar su musculatura se va perdiendo y, en su lugar, va ganando grasa. Además, el poco movimiento causa estreñimiento. Estas son características propias de un abuelito.

Resolver esta situación implica 2 cosas: moverse más y adecuar la dieta. En la vida pre-pandemia la recomendación era 1 hora de ejercicio al día, pero la gente joven, además de hacer una hora de ejercicio, se le debe sumar actividad que implique movimiento cada 45 minutos.

Si la persona viene ganando peso, lo ideal es recibir asesoría nutricional; se puede empezar evitando gaseosas, jugos de caja, golosinas y tratando que la comida sea ligera (con preparaciones al horno o plancha) y predominen los vegetales, controlando la cantidad que come.

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