En un mundo ideal (o políticamente correcto), las personas deberían jubilarse y vivir el resto del camino con una pensión justa y equitativa, que responda directamente al esfuerzo que les demandó -durante su periodo laboral- cumplir con el aporte respectivo al sistema previsional. El consenso es que, cualquiera sea el cristal con que se mire, esta fórmula no está ocurriendo en el país, dando paso a un descontento que raya con el clamor de una solución definitiva. Hasta ayer el debate instalado en el Congreso pasaba por si es conveniente un sexto retiro de fondos de pensiones de las AFP y, además de las Administradoras, el MEF y el BCR pusieron el grito en el cielo porque implicaría, en solo tres años, un desembolso de más de 80 mil millones de soles. La Asociación de AFP presentó una propuesta de reforma interesante, con un alcance a más peruanos, pero delante tiene el dictamen de Sigrid Bazán que busca que el Estado se lleve todo. Aquí el ganador debe ser el trabajador.