Ovidio es hijo de Griselda López Pérez y el “Chapo" Guzmán (Fotos: Departamento de Estado de E.E. U.U. y AFP).
Ovidio es hijo de Griselda López Pérez y el “Chapo" Guzmán (Fotos: Departamento de Estado de E.E. U.U. y AFP).

El narcotráfico es un flagelo al que no hay que concederle un centímetro, máxime si está conchabado con el terrorismo, como ocurre en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), en nuestro país. Una muestra de cuán nocivo es el tráfico de drogas para cualquier sociedad se vio ayer en México cuando las fuerzas federales dieron caza a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, en medio de un megaoperativo en Culiacán, la capital de Sinaloa, que demandó narcobloqueos y balaceras con armas de todos los calibres. “El Ratón”, como se le conoce al “chapito”, era una de las cabezas que tenía el Cártel de Sinaloa, con predilección ahora en la producción y distribución de fentanilo, y es reclamado en extradición por los Estados Unidos. Si en una ocasión tuvieron que dejarlo libre para evitar un derramamiento de sangre, esta vez ni Jesús Malverde, “El santo de los narcos”, cuya capilla se levanta en el centro de Culiacán, pudo salvarlo de las marrocas. A ver si en el Perú algún día acabamos con el narcoterrorismo.