El sicariato ha ganado terreno a nivel nacional en los últimos tiempos. Hasta hace unos 15 años, los interesados en desparecer a un enemigo contrataban a gatilleros colombianos. El mercado de los asesinos a sueldo en el Perú se inició en la ciudad de Trujillo y el Callao, donde los avezados criminales captaban a niños de 10 y 12 años para que ejecuten los crímenes y, así, ellos librarse de una condena en caso sean capturados. En los últimos tres años aproximadamente, el accionar de estos sujetos se ha tornado cada vez más feroz y lo hacen a cualquier hora del día, sin importar la existencia de una cámara de seguridad que los capta en plena faena, como ocurrió en la Plaza San Miguel y el Mall de Santa Anita. La violencia con la que perpetran los crímenes, según la Policía, también responde al perfil asesino que ostentan delincuentes extranjeros que inclusive graban sus zarpazos y los suben a las redes sociales. En los recientes ajustes de cuentas se ha contabilizado más de 50 tiros. El terror en toda su dimensión.