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Mientras se define la suerte de Pedro Castillo, que en su desesperación de supervivencia ha lanzado a la piscina política -como supuesto salvavidas- el proyecto de consulta sobre un cambio de Constitución, además de tener al país al filo del barranco, poco a poco nos acercamos a las Elecciones Regionales y Municipales 2022 y hay que estar muy alertas porque los avivatos se frotan las manos. El populismo de este gobierno, sumado a personajes famélicos de poder, para quienes el fin justifica los medios y son capaces de vender su alma al diablo, pueden llevarnos a la elección de autoridades locales lamentables. Y, por supuesto, el que pagará los platos rotos es el Perú. En Lima pareciera que la carrera electoral estará peleada; sin embargo, la capital ya no está para alcaldes bullangueros o fanfarrones. En ese sentido, se impone un burgomaestre con experiencia, visionario, serio. No una persona que porque está desempleada y no tiene nada qué hacer busca sentarse en el sillón municipal. ¿O es mucho pedir?