Aníbal Torres participó en un evento en la Universidad Ricardo Palma. Foto: PCM
Aníbal Torres participó en un evento en la Universidad Ricardo Palma. Foto: PCM

Sabemos que la democracia aguanta todo, sin embargo, escuchar a diario las peroratas del premier Aníbal Torres, que se cifran en el mismo rollo de victimización y lloriqueo del presidente Pedro Castillo, ya resulta un calvario. En cada aparición, lo único que hace el primer ministro de 79 años es alentar el clasismo y la discriminación (los “grupos de poder” es su frase favorita) en el afán de desinflar la tarea del Poder Judicial, el Ministerio Público y el mismo Congreso frente a los casos de corrupción que circundan al mandatario, el “profesor que ha venido del campo”. Y el hartazgo de la población ante sus discursos trasnochados, en ocasiones, le pasan la factura, como ocurrió ayer en la Universidad Ricardo Palma, cuando retumbaron gritos de “corrupto” al término de una reunión con los alcaldes electos. Además, se pegó tremenda resbalada al hablar de los sueldos porque Beto Ortiz le sacó que ha recibido 509,333.33 soles de los bolsillos del pueblo. ¡No moje que no hay quién planche!