Tome nota, señor Pedro Castillo: En Inglaterra, la primera ministra Liz Truss renunció seis semanas después de ser elegida al reconocer que el cargo le quedó muy grande y que sus políticas no eran viables. ¿Cómo se llama eso? Hidalguía, amor propio y respeto al futuro de la población. “Una sana vergüenza: vergüenza ante la ineficacia en el ejercicio público”, apunta el analista Eugenio D’Medina. Mientras tanto, en nuestro querido Perú, un presidente deslegitimado por graves acusaciones de corrupción y desvariando en un mundo paralelo, donde solo falta que pida una aureola, se aferra a Palacio de Gobierno tirándole barro a la Fiscalía, a la prensa y victimizándose a nivel nacional e internacional. Castillo alega ante la OEA una supuesta nueva modalidad de “golpe de Estado” en su contra. El único golpe imperante es el que el Ministerio Público le está aplicando a la corrupción que involucra a la llamada “Chota Nostra”. Lo demás es cuento.