Sara Abu Sabbah

Alimentarse y dormir son acciones inherentes de todo ser vivo e indispensables para mantenerse, además de sano, en un máximo rendimiento. Ambas acciones están relacionadas y pueden afectarse tanto positiva como negativamente. La palabra siesta viene de la palabra “sestear” creada por los romanos para referirse al descanso habitual de la “hora sexta”, comprendida entre las 14:00 y 16:00 horas.

La siesta y las horas de sueño durante la noche se ven afectadas de forma diferente por los alimentos. Mientras que una cena copiosa no permite calidad de sueño, el almuerzo más bien provoca una siesta. Esto ocurre porque la digestión demanda alto trabajo cardiaco y de oxígeno. Si es de noche y te acuestas lleno, la digestión ocurre durante el sueño sin lograr descanso. Mientras que si la comida copiosa fue en el almuerzo, el cuerpo induce el sueño para dedicar su concentración de oxígeno y energía al descanso y la digestión.

Lo saludable es una cena ligera, al menos 2 horas antes de acostarse, de la misma manera en el almuerzo. Si debemos estar alertas, almorcemos ligero y sumado a ello es bueno una siesta de 20 minutos (que no es dormir) puede mejorar el desempeño productivo.

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