La rebeldía, cólera, narcicismo y dependencia son los rasgos más resaltantes.
Las actitudes infantiles de los hombres maduros no deben causarnos risa, sino preo-cupación, porque podría tratarse de graves señales del llamado síndrome de Peter Pan, un complejo que les impide asumir nuevas responsabilidades en su vida adulta, como hacerse cargo de una familia, de un trabajo y de sus decisiones.
Los cambios en las etapas de la vida no son situaciones fáciles para nadie y menos para este tipo de hombres que se niegan a dejar su infancia y adolescencia, y se muestran ante los demás como personas divertidas y de fácil relación con individuos menores para compartir una serie de actividades fuera de su edad.
Según el doctor Dan Kiley, autor del libro El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece, este desorden de la personalidad se debe a la ausencia de amor durante la infancia, lo que provoca un bloqueo en el corazón y una angustia por la falta de protección.
Y a pesar que los Peter Pan también se caracterizan por culpar a los demás de sus conflictos interiores, una vez que acepten tener esta enfermedad podrán iniciar su recuperación con un tratamiento psicológico y el apoyo de su familia, quienes deberán resaltar sus cualidades y enfrentarlos con su realidad.