Revistas, cartas, juguetes o ropa son cosas que tal vez guarda en algún cajón o rincón de su casa y, por más que los años pasen, no puede deshacerse de ellos. La razón a eso la halló Brian Knutson, investigador de la Universidad de Stanford, quien señala que el apego a los objetos es resultado de un fenómeno cerebral a nivel del núcelo accumbens (conjunto de neuronas del encéfalo).
La actividad del núcleo es mínima cuando se mira un objeto cualquiera, pero si se trata de uno propio y hay riesgo de perderlo, se accionan las funciones del sector derecho de la ínsula, área que alerta la posibilidad de una pérdida. Eso significa, según Knutson, que la gente se apega a las cosas no porque gusten o disfruten de ellas, sino por el temor de perderlas. Dicha actitud viene desde los inicios de la humanidad, sólo que en esa época el hombre protegía sus posesiones porque tenían un valor para sobrevivir.