En la noche del trece de febrero de 1945, se desató una lluvia infernal de bombas sobre la ciudad alemana de Dresde. El ataque duró dos días y tuvo dos oleadas. La primera estuvo a cargo de 800 bombarderos británicos, en la segunda, 311 B17 estadounidenses dificultaron enormemente las labores de rescate de heridos y muertos.
Los aliados lanzaron cerca de 4 000 toneladas de bombas y armas incendiarias, ayudados por la buena visibilidad y la ausencia de baterías antiaéreas. Gran parte de esta población barroca a orillas del Elba quedó arrasada.
Nora Lang tiene ahora 83 años. Era una adolescente de trece cuando su ciudad natal, en la que vivía con sus padres y sus dos hermanos, fue bombardeada.
“Las bombas caían sin parar. Sonaban así… Siempre lo he comparado con el ruido de trozos de carbón o de patatas cayendo sobre mi cabeza. En aquella época era un sonido muy familiar para nosotros”.
Tras la primera fase del bombardeo, Nora y su hermano pequeño Bernd fueron llevados al sótano de la vivienda de sus vecinos. Sus padres y su hermano mayor Klaus regresaron a su casa en llamas para intentar salvar lo que pudieran. Fueron muy afortunados: los cinco sobrevivieron a la segunda oleada.
“Fue un final feliz para nosotros. No quiero llorar recordándolo, pero, realmente todo fue horrible”.
Perdieron la vida 200 000 personas.
Tomado de Mundo Digital
POR: JUANJO AYESTA