Terremoto en Ecuador: Desesperados por falta de agua y comida
Terremoto en Ecuador: Desesperados por falta de agua y comida

Una semana después del terremoto que azotó Ecuador, la cifra de muertos sigue creciendo (ya van 640) y la desesperación se apodera cada vez más de los miles de damnificados por las constantes réplicas y la incertidumbre de no saber qué hacer.

Los niños lloran, las mujeres esperan más alimentos y agua, y no saben hasta cuándo se van a quedar en los albergues o carpas, instalados en parques, calles o al frente de sus destrozadas viviendas.

“Hoy vamos a comer arroz con atún, gracias a Dios”, manifiesta la señora Rosa Bélgica, tras recibir una bolsa de ese cereal de una camioneta que pasó por la calle 110 de la ciudad de Manta, repartiendo ayuda.

Los niños gritan “agua” cada vez que ven pasar un carro. Los más grandes se abalanzan sobre los vehículos y a empujones alcanzan a recibir una botella de agua o una ración de alimentos.

“Después de una semana estamos tomando una sopita”, dice alegre el soldador Manuel Baylón, al saborear un caldito de fideos y verduras que alcanzó a recibir.

En una esquina se ven a jóvenes tirados en la calle, como si fueran menesterosos o vagabundos. Ellos dicen que son comerciantes de ropa y que solo esperan recuperar sus mercaderías para irse a su tierra, Otavalo, en la sierra ecuatoriana.

“Nos hacen sufrir aquí afuera. Solo queremos sacar nuestras cosas, pero no nos dejan”, declara Giovanny Ascunta.

DESINFORMACIÓN. A la falta de alimentos, agua y un techo para dormir, se suma la incertidumbre de si seguir acampando en los exteriores de sus casas o ir a otro lugar. Quienes tienen familiares cuyas viviendas están intactas han empezado la mudanza.

Sin embargo, otros no tienen a dónde ir y temen perder sus propiedades para siempre si los desalojan, como están pidiendo las autoridades. “Nos quieren engañar. El gobierno y el alcalde quieren adueñarse de nuestros terrenos”, reclama la señora María en la calle 106, de Manta. “¿Quieren que haya más muertos después de la tragedia?”, pregunta molesta.

Nadie sabe cómo será la reconstrucción, ni cuánto tiempo tardará. Y nadie sabe tampoco de algún traslado a un lugar seguro. Algunos ya quieren trabajar, pero no pueden porque las fábricas están paralizadas y no hay negocio. “Yo trabajo arreglando zapatos. Ahora quién puede requerir mis servicios”, se lamenta don Luis Mero Barrios.

El negocio en el Mercado Central Municipal de Manta es incipiente. No hay clientes. Quienes han abierto sus puestos están preocupados porque no venden, no sacan ni para el día.

VIRGEN MILAGROSA. Luego del fuerte movimiento telúrico de 7.8 grados, la Virgen María con el Niño Jesús en brazos ha quedado intacta en la iglesia Nuestra Señora del Rosario de Manta. Las mujeres que pasan frente a ella se inclinan para adorarla y rezar. Incluso derraman lágrimas al verla.

Un chofer que pasa por el lugar, la mira y dice: “ella es quien intercede por todos. Ella nos da fortaleza”. Se asombra al verla intacta en el frontis destruido de la iglesia. “En todas las iglesias, la Virgen (María) es la única que se ha salvado”, añade y sigue su marcha.

Sigue la búsqueda. La gente en la provincia de Manabí no cree en las cifras oficiales sobre el número de muertos. Es que muchos aún no encuentran a sus seres queridos y exigen que la búsqueda continúe en todas las zonas afectadas.

En Manta se sigue removiendo escombros en la zona de Tarqui, donde se registró el mayor número de víctimas mortales. Aquí el olor es cada vez más fuerte y ya nadie ingresa al lugar, sino solo los rescatistas y maquinistas.

“Dicen que en Pedernales hay más de mil muertos, pero de eso no se habla”, se queja un ciudadano de Portoviejo.

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