Durante la fase de ensayos clínicos, hubo una primera voz de alerta. Se reportó un caso de mielitis (inflamación de la médula) en una voluntaria de la vacuna de AstraZeneca contra la COVID-19. Ello llevó a que se suspendan temporalmente las pruebas en humanos. Superado el impasse, la vacuna fue aprobada, pero un estudio en Alemania señaló que no era lo suficientemente eficaz para mayores de 65 años.
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Muchos países la dejaron de emplear para sus adultos mayores, hasta que un estudio en Reino Unido reveló que efectivamente reducía el riesgo de hospitalización en ese grupo etario. Hoy, la vacuna del laboratorio británico está nuevamente bajo la lupa.
Una quincena de países países —incluidos Alemania, Francia e Italia, los motores de la Unión Europea (UE)— han decidido suspender de manera preventiva el uso de la vacuna de AstraZeneca ante reportes de que produciría coágulos sanguíneos o trombosis.
Austria fue el primer Estado en reportar un caso sospechoso. El 8 de marzo, suspendió un lote de dosis tras la muerte de una enfermera que acababa de ser inoculada. La mujer, de 49 años, falleció debido a un problema de coagulación sanguínea. En los siguientes días, se fueron reportando casos similares.
Holanda comunicó 10 casos de efectos secundarios potencialmente vinculados a la vacuna anti-COVID-19 de AstraZeneca, en los que podrían haberse producido coágulos sanguíneos. Dinamarca, por su parte, informó que una mujer de 60 años murió por problemas de coagulación sanguínea después de haber recibido la vacuna de AstraZeneca. Noruega anunció el lunes la muerte de una profesional sanitaria de menos de 50 años a causa de una hemorragia cerebral y que había recibido una inyección de la vacuna.
Argumento a favor
Si bien hay registros de presuntos efectos secundarios vinculados a trombosis, también es cierto que en ningún caso se ha podido establecer una relación directa con la vacuna.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha optado por sugerir que se siga administrando el medicamento, pues aduce “que los beneficios de la vacuna AstraZeneca en la prevención de la COVOD-19, con su riesgo asociado de hospitalización y muerte, superan los riesgos sobre estos efectos secundarios”.
“Al día de hoy, no hay pruebas de que la vacunación haya causado estas afecciones. No han aparecido en los ensayos clínicos y no figuran como efectos secundarios conocidos o esperados”, indicó Emer Cooke, directora ejecutiva de la EMA, según reporta la agencia de noticias AFP.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también se ha mostrado a favor de que se siga usando la vacuna. “No queremos que la gente entre en pánico y, por el momento, recomendamos que los países sigan vacunando con AstraZeneca. […] Hasta ahora, no hemos encontrado un vínculo entre estos hechos y la vacuna”, señaló la responsable científica de la OMS, Soumya Swaminathan.
La compañía farmacéutica afirma, por su parte, que no hay evidencia de un incremento de riesgo de coágulos tras la inyección de la vacuna. Según sus datos, en la UE y en Reino Unido ha habido 15 casos de trombosis aguda —coágulo en una vena— y 22 de embolia pulmonar —coágulo que entra en los pulmones—. Sin embargo, considera que son cifras mínimas frente a los millones de vacunados que no han reportado síntomas adversos.
La vacuna de AstraZeneca es una de las más económicas en el mercado y no demanda una logística complicada para su distribución, como sí es el caso de las vacunas de Pfizer o Moderna. Por ello, se ha visto como una buena alternativa, especialmente para los países con menores recursos. Solo se espera que no sea un caso en que lo barato sale caro.
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