Novillero peruano Roca Rey, con tres orejas, conquista otra plaza grande
Novillero peruano Roca Rey, con tres orejas, conquista otra plaza grande

Paco Aguado

Bilbao (España). EFE
El novillero peruano Andrés Roca Rey, que cortó un total de tres orejas, sumó hoy la de Bilbao a la colección de grandes plazas españolas que lleva conquistadas esta temporada, junto a las de Sevilla, Madrid y Pamplona.
FICHA DEL FESTEJO:
Cuatro novillos de El Parralejo y dos de Jandilla (1º y 3º), de desigual y fea presencia, por sus bastas o descompensadas hechuras, que tuvieron un fiel reflejo en su mal juego. Salvo 4º y 6º, más manejables, el resto tuvo un comportamiento desrazado y a la defensiva.
Posada de Maravillas: pinchazo y estocada (silencio); estocada desprendida (oreja tras aviso).
Varea: pinchazo, pinchazo hondo y tres descabellos (palmas); metisaca bajo, dos pinchazos y estocada trasera caída (ovación tras aviso).
Andrés Roca Rey: estocada delantera caída (oreja); estocada ladeada (dos orejas). Salió a hombros por la puerta grande.
La plaza se cubrió en algo menos de un cuarto de entrada, en el segundo festejo de abono de las Corridas Generales.

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UN CURRICULUM INMEJORABLE

La salida a hombros que Andrés Roca Rey protagonizó hoy en la plaza de toros de Bilbao acaba por redondear el inmejorable curriculum con que el novillero peruano llegará a la alternativa, anunciada para el inmediato mes de septiembre, en la feria de la Vendimia de Nimes (Francia).
Después conquistar la puerta grande de Las Ventas a principos de primavera, de cortar dos orejas en Sevilla en el mes de junio y de tocar pelo en los Sanfermines, Roca Rey logró atravesar el casi inaccesible umbral de la gloria bilbaíno, que exige el aval de haberle cortado las dos orejas a un mismo astado.
Y el aspirante limeño lo logró tras imponerse al sexto, del que se le pidió y concedió ese segundo trofeo con cierta generosidad, pero después de haberse metido antes al público bilbaíno en el bolsillo en un alarde de entrega y de quietud.
Aunque el festejo no tuvo demasiado ambiente en los tendidos -a la misma hora jugaba el F.C Barcelona en el nuevo San Mamés- y la fea y basta novillada de dos hierros distintos dio un juego desrazado y a la defensiva, Roca Rey, ya cuajado en el oficio, supo remontar todas las adversidades para sumar otra plaza de primera a su flamante colección.
Ya en su primer turno el suramericano se impuso, con más quietud que mando, a un novillo de Jandilla que acabó rajándose y huyéndole, pero al que acosó hasta el final para exprimir toda ocasión de lucimiento.
Y si a ese le cortó una oreja, luego se llevó las dos de uno de los titulares de El Parralejo, un astado de hechuras mostrencas que manseó en varas y llegó pegando oleadas inciertas al último tercio, esas que había aguantado Roca Rey en un valentísimo y ajustado quite por saltilleras.
La manera en que se afianzó ante esas primeros arreones fue la clave del resto del trasteo, pues el peruano consiguió atemperar al animal a las primeras de cambio para

después hacerle una faena solvente y de sobrada facilidad, que concluyó muy cerca de los pitones y remató de otra contundente estocada antes de ser izado a hombros.
Posada de Maravillas no se dejó tropezar las telas por un primer novillo reservón y rebrincado de Jandilla, pero tuvo como segundo un utrero noblote de El Parralejo que sí que le dejó acompasarse con gusto y acento en los pases por ambas manos.
Su concepto barroco, a veces forzando más de la cuenta las trayectorias curvas de los pases, afloró en un trasteo no siempre compacto, sólo que de bonito escaparate de cara al tendido.
El lote más desaborido de la novillada, ambos con el hierro anunciado, fue para el castellonense Varea, quien lució muy por encima de la mala condición de ambos.
Con una gran solidez, asentado en la arena y con un templado pulso, alargó y suavizó tanto el manso temperamento del segundo como el mal estilo del descompuesto quinto, sin que en ningún momento ninguno llegara a desbordarle.
Toda la actuación de Varea estuvo plagada de aciertos, salvo a la hora de matar, donde perdió alguno de los seguros trofeo que antes se había ganado con creces.