Presos de campos de concentración de EEUU no quieren olvidar tragedia
Presos de campos de concentración de EEUU no quieren olvidar tragedia

Setenta años después del cierre del último de los campos de concentración en los que Estados Unidos recluyó durante la II Guerra Mundial a miles de personas de origen japonés, muchos de ellos latinoamericanos, los afectados quieren que no se olvide lo que ocurrió.
El 20 de marzo de 1946 se cerraron las puertas del Centro de Reubicación de la Guerra de Tule Lake en California (EE.UU.), el último de los diez campos de concentración donde personas de ascendencia japonesa, incluidos estadounidenses, fueron retenidos para ser deportados a Japón.
Aunque han pasado décadas, los afectados quieren mantener en la memoria de la comunidad lo que pasó en este lugar, para que estos hechos no vuelvan a ocurrir.
"Dejamos Tule Lake en el día que se cerró. Estábamos en el último grupo de 400 personas que habían renunciado a su ciudadanía estadounidense para ser deportados", dice a Efe Hiroshi Shimizu, presidente del Comité Tule Lake, campo de concentración que llegó a albergar a cerca de 18.000 personas.
La historia de dolor de la familia de Shimizu comenzó con el arresto del abuelo en 1941, un año después el padre y la madre de Shimizu se negaron a responder dos preguntas del cuestionario de lealtad a Estados Unidos, y, aunque ambos nacieron en territorio estadounidense, fueron detenidos para ser repatriados a Japón.
En marzo de 1943, Shimizu nació en uno de los centros de detención en Utah, donde sus padres y su abuelo esperaban el buque que los llevaría a la tierra de sus ancestros. Él tendría que acompañarlos en la travesía.
Pese a que la familia estaba dispuesta a marcharse, la repatriación no se concretó y fueron enviados al llamado centro de reubicación de Tule Lake, al norte de California.
Shimizu tenía tan sólo 6 meses de edad cuando llegó a este lugar, en el que también estuvieron recluidos en su infancia el excongresista Bob Matsui y los actores Pat Morita ("Karate Kid") y George Takei ("Star Trek").
"No tengo muchas memorias de Tule Lake. Recuerdo estar en la cama escuchando a mi padre y algunos otros hombres hablar y no entender las palabras que estaban usando", rememora Shimizu, que este sábado cumple 73 años.
Años más tarde, Shimizu se enteró que en esas reuniones su padre hablaba en japonés y hacía parte de un grupo de inconformes que querían negociar mejores condiciones de los detenidos. Ese activismo político le costó al padre ser alejado de su familia y encarcelado por varios meses dentro del mismo campo de concentración.
Shimizu y su familia forman parte de los más de 130.000 estadounidenses de ascendencia japonesa que fueron detenidos por una orden ejecutiva presidencial tras el ataque de Japón a Pearl Harbor y que supuso la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial en 1941.
El historiador y autor Miguel Tinker Salas califica este hecho como una discriminación socioracial masiva contra estadounidenses.
"Esto pasa cuando se busca un chivo expiatorio, se selecciona una población entera y se la acusa de una situación, sea económica o política, y los criminaliza aunque sean inocentes", apuntó.
Shimizu, que pasó su infancia entre rejas, segregación y discriminación recuerda que el atropello no solo lo sufrieron los descendientes de japoneses nacidos en suelo estadounidense, sino también unos 2.200 latinoamericanos con apellido japonés que fueron detenidos en sus países de origen y traídos a centros de detención en Estados Unidos. La mayoría eran peruanos y guatemaltecos.
"Llegué a conocer a muchos peruanos japoneses en Crystal City. Algunos de ellos son todavía mis amigos. Todos ellos eran personas muy refinadas", asegura Shimizu.
La curiosidad de Shimizu lo llevó a descubrir que los padres de sus amigos tenían empresas y propiedades en Perú, pero que su apellido japonés los había vuelto un objetivo de las autoridades estadounidenses. "Los secuestraron y los trajeron a Estados Unidos", asegura.
Uno de esos amigos cuyos padres tenían un pujante negocio de lavandería en Perú era Antonio Kazumu Naganuma.
Cuando su familia decidió quedarse en EE.UU. porque las autoridades peruanas se negaron a aceptarlo de regreso se convirtió en Tony Kaz Naganuma, un hispano que también ha luchado toda su vida para que esta historia no se olvide.
Naganuma se estableció al norte de San Francisco y ahora es dueño de una compañía creativa con la que ha apoyado la realización de varios proyectos que recuerdan los hechos.
"Debemos mantener viva esta historia que afectó a miles, entre ellos muchos niños que no tenían nada que ver en ese conflicto", detalló.
Nueve de los centros de reubicación fueron cerrados a finales de 1945, pero Tule Lake terminó sus operaciones el 20 de marzo de 1946, seis meses después que la II Guerra Mundial hubiera concluido.
Tras el cierre de este campo de concentración, la familia de Shimizu fue trasladada a Texas, donde tuvo que vivir entre rejas casi dos años más, mientras activistas luchaban para que les devolvieran la ciudadanía estadounidense.
Shimizu ha dedicado parte de su vida a mantener vivo este hecho y el próximo 1 de julio encabezará una peregrinación de 400 personas hasta Tule Lake en representación del mismo número de detenidos que salieron de este lugar en marzo de 1946.