Uso de armas bacteriológicas por terroristas será una terrible realidad
Uso de armas bacteriológicas por terroristas será una terrible realidad

El uso de armas bacteriológicas por terroristas, que según Bill Gates podría matar a 30 millones de personas en menos de un año, es improbable a corto plazo, pero hay que contemplarlo y prepararse a afrontarlo, consideran los expertos.
El sábado, en la Conferencia sobre Seguridad de Múnich, Gates avisó de que "genes patógenos, que aparezcan en la naturaleza o en manos de un terrorista, y que se transmitan en el aire y se propaguen rápidamente podrían matar a 30 millones de personas en menos de un año".
Para Olivier Lepick, experto en amenazas NRBQ (nuclear, radiológica, biológica y química), la elaboración de un arma bacteriológica eficaz está "fuera del alcance de una entidad terrorista, pero hay que ser prudentes".
"Son escenarios que hace años pertenecían a la ciencia ficción, pero que hoy en día son cada vez más creíbles. Las herramientas modernas de ingeniería genética facilitan la manipulación de agentes patógenos de forma mucho más sencilla y accesible que antes", explica.
La historia del bioterrorismo consiste, hasta la fecha, en una serie de intentos llevados a cabo con escasos medios y resultados.
A principios de los noventa, la secta apocalíptica japonesa Aum intentó rociar toxina botulínica a proximidad del Parlamento japonés, en una base estadounidense en Yokosuna y en el centro de Tokio. Pero, ante el fracaso de esos intentos, decidió liberar gas sarín en el metro de Tokio, causando 12 muertos y 50 heridos.

- 'Ni estúpido, ni irrealista' -
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La organización yihadista Al Qaida ha llevado a cabo experiencias a pequeña escala en sus campamentos en Afganistán. En 2003, se encontraron rastros de ricina, un veneno artesanal, en un laboratorio de Londres (la idea consistía en embadurnar los picaportes con la sustancia), pero el grupo yihadista no ha perpetrado ningún atentado biológico.
"Este tipo de manipulación está muy lejos del alcance de los grupos terroristas conocidos, por lo menos de momento", asegura el doctor Marc Lemaire, experto en amenazas NRBQ.
"Es muy complicado producir semejantes virus, se necesita un laboratorio sofisticado, hay que hacer ensayos, hay que encontrar un vector y estar seguro de que no te va a contaminar. No lo podría hacer, por ejemplo, un grupo como Dáesh (acrónimo árabe del Estado Islámico)", dice.
"De momento, todos los intentos destapados, como los de Al Qaida, eran ridículos desde un punto de vista técnico", añade Lepick. "Pero la ciencia progresa, las técnicas de los agentes patógenos son cada vez más accesibles. Ya no están reservadas a los Estados como antes, así que ese escenario ya no es totalmente ciencia ficción".
Bill Gates, que hizo fortuna con la compañía de software Microsoft y ahora destina millones de dólares a la filantropía, ha querido tal vez alertar sobre las precauciones a tomar ante una eventual pandemia mundial y tuvo razón de hacerlo, consideran ambos expertos.
"Hoy en día, nada indica que un ataque bioterrorista esté en preparación o pueda producirse en las semanas o meses que vienen. Sin embargo, mencionar esa posibilidad no es estúpido ni irrealista", opina Lepick.
"El problema con esta amenaza es que los riesgos de que ocurra son muy reducidos y las formas de protegerse suponen enormes inversiones".

El uso de armas bacteriológicas por terroristas, que según Bill Gates podría matar a 30 millones de personas en menos de un año, es improbable a corto plazo, pero hay que contemplarlo y prepararse a afrontarlo, consideran los expertos.
El sábado, en la Conferencia sobre Seguridad de Múnich, Gates avisó de que "genes patógenos, que aparezcan en la naturaleza o en manos de un terrorista, y que se transmitan en el aire y se propaguen rápidamente podrían matar a 30 millones de personas en menos de un año".
Para Olivier Lepick, experto en amenazas NRBQ (nuclear, radiológica, biológica y química), la elaboración de un arma bacteriológica eficaz está "fuera del alcance de una entidad terrorista, pero hay que ser prudentes".
"Son escenarios que hace años pertenecían a la ciencia ficción, pero que hoy en día son cada vez más creíbles. Las herramientas modernas de ingeniería genética facilitan la manipulación de agentes patógenos de forma mucho más sencilla y accesible que antes", explica.
La historia del bioterrorismo consiste, hasta la fecha, en una serie de intentos llevados a cabo con escasos medios y resultados.
A principios de los noventa, la secta apocalíptica japonesa Aum intentó rociar toxina botulínica a proximidad del Parlamento japonés, en una base estadounidense en Yokosuna y en el centro de Tokio. Pero, ante el fracaso de esos intentos, decidió liberar gas sarín en el metro de Tokio, causando 12 muertos y 50 heridos.

- 'Ni estúpido, ni irrealista' -
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La organización yihadista Al Qaida ha llevado a cabo experiencias a pequeña escala en sus campamentos en Afganistán. En 2003, se encontraron rastros de ricina, un veneno artesanal, en un laboratorio de Londres (la idea consistía en embadurnar los picaportes con la sustancia), pero el grupo yihadista no ha perpetrado ningún atentado biológico.
"Este tipo de manipulación está muy lejos del alcance de los grupos terroristas conocidos, por lo menos de momento", asegura el doctor Marc Lemaire, experto en amenazas NRBQ.
"Es muy complicado producir semejantes virus, se necesita un laboratorio sofisticado, hay que hacer ensayos, hay que encontrar un vector y estar seguro de que no te va a contaminar. No lo podría hacer, por ejemplo, un grupo como Dáesh (acrónimo árabe del Estado Islámico)", dice.
"De momento, todos los intentos destapados, como los de Al Qaida, eran ridículos desde un punto de vista técnico", añade Lepick. "Pero la ciencia progresa, las técnicas de los agentes patógenos son cada vez más accesibles. Ya no están reservadas a los Estados como antes, así que ese escenario ya no es totalmente ciencia ficción".
Bill Gates, que hizo fortuna con la compañía de software Microsoft y ahora destina millones de dólares a la filantropía, ha querido tal vez alertar sobre las precauciones a tomar ante una eventual pandemia mundial y tuvo razón de hacerlo, consideran ambos expertos.
"Hoy en día, nada indica que un ataque bioterrorista esté en preparación o pueda producirse en las semanas o meses que vienen. Sin embargo, mencionar esa posibilidad no es estúpido ni irrealista", opina Lepick.
"El problema con esta amenaza es que los riesgos de que ocurra son muy reducidos y las formas de protegerse suponen enormes inversiones".