Bulgaria: desfile de miles de monstruos busca ahuyentar al maligno
Bulgaria: desfile de miles de monstruos busca ahuyentar al maligno

Más de 7.000 demonios, hombres lobo, chupacabras y todo tipo de monstruos desfilaron en Bulgaria en una tradicional ceremonia para ahuyentar a los espíritus malignos, expulsar al invierno y abrir el camino a la llegada de la ansiada primavera.
Con un estruendo de cascabeles y campanillas, estos personajes que parecen sacados de una película de terror invadieron hoy por vigésimo séptimo año consecutivo las calles de la ciudad de Pernik, a unos 35 kilómetros de Sofía, la capital.
Estos seres son conocidos como los kúkeri, encarnados por personas disfrazadas con pieles de cabras, ovejas o bueyes y que portan máscaras de madera y cuero con aterradores dientes.
En la procesión de hoy participaron también monstruos de otros ocho países balcánicos, ya que la tradición de los babúgueri, dervishi, chaushi, como se le conoce en otras zonas, está muy extendida por el centro y el sureste de Europa.
En su desfile, los kúkeri cumplen un ritual especial, bailando bajo los sonidos de canciones folclóricas y produciendo un enorme estruendo con las campanas que llevan colgadas en el cuerpo.
Se cree que el ritual tiene origen en la civilización tracia, que habitó esta zona hace 8.000 años, y que se celebraba en honor de Dioniso, dios griego del vino, la fiesta y el éxtasis, y se ha preservado como símbolo del fin del invierno y el comienzo de la temporada agrícola.
Hoy día, la procesión de monstruos va casa por casa recorriendo varias aldeas con la intención de garantizar una buena cosecha y buena salud durante todo el año.
El rito, llamado kukerstvo, recrea la relación íntima entre el hombre y la naturaleza y por ello los kúkeri arrastran arados y van esparciendo semillas durante su desfile, explicó a Efe Albena Georguieva, del Museo Nacional de Historia de Sofía.
Según esta experta, el arado es aquí un símbolo masculino que, al penetrar en la tierra, la fecunda.
También están cargadas de simbología las espadas y porras que portan los kúkeri y con las que golpean el suelo para penetrarlo y fecundarlo, mientras que el ruido de las campanas pretende ahuyentar a los espíritus al tiempo que se anima al trigo para que crezca.
Durante la procesión, uno de los kúkeri mata a una figura que representa al invierno. Al caer al suelo, los demás lo rodean y le devuelven la vida con sus conjuros.
Ese renacimiento significa la fin de la estación fría y la llegada de la primavera.
En el pasado se creía que todos los jóvenes solteros debían participar al menos una vez en el rito del kukerstvo ya que, de lo contrario, no podría casarse con una mujer virgen.
En el festival de este año estuvieron presentes grupos de Croacia, Albania, Eslovenia, Macedonia, Grecia, Serbia e incluso de la isla caribeña de Aruba, cada uno con los trajes y bailes típicos de su región.

Más de 7.000 demonios, hombres lobo, chupacabras y todo tipo de monstruos desfilaron en Bulgaria en una tradicional ceremonia para ahuyentar a los espíritus malignos, expulsar al invierno y abrir el camino a la llegada de la ansiada primavera.
Con un estruendo de cascabeles y campanillas, estos personajes que parecen sacados de una película de terror invadieron hoy por vigésimo séptimo año consecutivo las calles de la ciudad de Pernik, a unos 35 kilómetros de Sofía, la capital.
Estos seres son conocidos como los kúkeri, encarnados por personas disfrazadas con pieles de cabras, ovejas o bueyes y que portan máscaras de madera y cuero con aterradores dientes.
En la procesión de hoy participaron también monstruos de otros ocho países balcánicos, ya que la tradición de los babúgueri, dervishi, chaushi, como se le conoce en otras zonas, está muy extendida por el centro y el sureste de Europa.
En su desfile, los kúkeri cumplen un ritual especial, bailando bajo los sonidos de canciones folclóricas y produciendo un enorme estruendo con las campanas que llevan colgadas en el cuerpo.
Se cree que el ritual tiene origen en la civilización tracia, que habitó esta zona hace 8.000 años, y que se celebraba en honor de Dioniso, dios griego del vino, la fiesta y el éxtasis, y se ha preservado como símbolo del fin del invierno y el comienzo de la temporada agrícola.
Hoy día, la procesión de monstruos va casa por casa recorriendo varias aldeas con la intención de garantizar una buena cosecha y buena salud durante todo el año.
El rito, llamado kukerstvo, recrea la relación íntima entre el hombre y la naturaleza y por ello los kúkeri arrastran arados y van esparciendo semillas durante su desfile, explicó a Efe Albena Georguieva, del Museo Nacional de Historia de Sofía.
Según esta experta, el arado es aquí un símbolo masculino que, al penetrar en la tierra, la fecunda.
También están cargadas de simbología las espadas y porras que portan los kúkeri y con las que golpean el suelo para penetrarlo y fecundarlo, mientras que el ruido de las campanas pretende ahuyentar a los espíritus al tiempo que se anima al trigo para que crezca.
Durante la procesión, uno de los kúkeri mata a una figura que representa al invierno. Al caer al suelo, los demás lo rodean y le devuelven la vida con sus conjuros.
Ese renacimiento significa la fin de la estación fría y la llegada de la primavera.
En el pasado se creía que todos los jóvenes solteros debían participar al menos una vez en el rito del kukerstvo ya que, de lo contrario, no podría casarse con una mujer virgen.
En el festival de este año estuvieron presentes grupos de Croacia, Albania, Eslovenia, Macedonia, Grecia, Serbia e incluso de la isla caribeña de Aruba, cada uno con los trajes y bailes típicos de su región.

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