En pequeño restaurante cambió rumbo de la Guerra de Vietnam
En pequeño restaurante cambió rumbo de la Guerra de Vietnam

A simple vista, el humilde restaurante Pho Binh parece uno más de los cientos de locales donde tomar sopa vietnamita en Ho Chi Minh (antigua Saigón), pero alberga un secreto: allí se planeó parte de la Ofensiva del Tet, uno de los episodios más decisivos de la Guerra de Vietnam.

De no ser por una placa que lo recuerda y algún recorte de prensa que decora las paredes, costaría imaginar que este local de apenas cinco metros de ancho fue durante unos años el cuartel general de una célula de élite de la insurgencia comunista del Vietcong en la entonces Saigón.

"Es en la planta de arriba donde se celebraban las reuniones. Nadie podía sospechar que aquí se estaba preparando el ataque y menos en una zona llena de (norte)americanos", cuenta a Efe Ngo Van Lap, hijo de Ngo Toai, fundador del restaurante y dirigente del Vietcong en Saigón.

Por entonces un niño de 9 años, Lap recuerda su misión durante los encuentros de su padre y sus colaboradores: debía vigilar en el restaurante y avisarles si venía alguien u ocurría algo sospechoso.

"No tenía miedo, simplemente hacía lo que me pedía mi padre. Yo no sabía de qué se hablaba en las reuniones. También tenía que asegurarme de que quien quisiera ver a mi padre pronunciara la contraseña nada más llegar", rememora.

Fue años más tarde cuando Lap entendió que el edificio donde su familia vivía y tenía el restaurante era también la base de operaciones de la unidad F100 del Vietcong.

Entre 1965 y 1968, el comandante Ngo Toai, fallecido en 2006, organizó el reparto de armas y efectivos que llegaban a Saigón de forma clandestina y organizó en 1968 la ofensiva del Tet en la ciudad, uno de los mayores ataques de las fuerzas comunistas contra Vietnam del Sur y sus aliados estadounidenses.

Cuando a medianoche del 31 de enero de 1968 estallaron los fuegos artificiales que celebraban el Año Nuevo Lunar, las fuerzas del Vietcong en Saigón lanzaron su gran ofensiva.

Fue un ataque coordinado por el célebre general Vo Nguyen Giap en más de 100 ciudades y pueblos de todo el país, con más de 70.000 efectivos de las fuerzas comunistas movilizados.

Aunque no lograron sus objetivos militares, el episodio es considerado como un punto de inflexión en el conflicto por el gran número de bajas estadounidenses (más de 4.000), lo que multiplicó el rechazo a la guerra en EEUU e influyó en la retirada progresiva de las tropas norteamericanas desde ese mismo año.

Unas estrechas escaleras conducen a la segunda planta, donde Ngo Van Lap y su familia han montado un pequeño museo con fotos de los protagonistas y parte del mobiliario de la sala en que se planeaba la estrategia militar.

"Los soldados venidos del norte pasaban por aquí y se quedaban escondidos varios días, solo bajaban al restaurante para comer sopa de fideos. En las semanas antes del ataque del Tet no había mucho espacio, recuerdo que llegó a haber 80 o 90 personas en casa", relata Lap.

Aunque la ofensiva logró sembrar el caos y debilitar al enemigo en la ciudad, las fuerzas de Vietnam del Sur lograron retomar el control y unos días después varios policías irrumpieron en el restaurante.

"Mi padre y mi cuñado fueron arrestados y a uno de sus colaboradores lo mataron al momento de un disparo en la cabeza", relata Lap.

Su padre tuvo más suerte, logró ocultar su verdadero rango en el Vietcong y evitó la pena de muerte sobornando a las autoridades, hasta que fue liberado en 1974, en la fase final de la guerra.

Aun tuvo tiempo de volver a la acción en una base próxima a Saigón, esta vez junto a su hijo Lap, entonces un muchacho de apenas 16 años.

Tras la victoria definitiva de Vietnam del Norte y la posterior reunificación del país, retomó el negocio familiar y lo mantuvo vivo durante la dura época de la posguerra.

En sus últimos años de vida, el viejo dirigente guerrillero vio cómo Pho Binh (los fideos de la paz en vietnamita) ganaba popularidad entre los turistas extranjeros, muchos de ellos estadounidenses.

Más de cuatro décadas después, esta presencia no incomoda a Lap, que subraya que el conflicto está olvidado y todo el mundo es bienvenido: "Nos gusta que vengan extranjeros de todos los países y que este lugar sirva para conocer mejor el pasado". 

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