Maxi Sopo llevaba la vida soñada de un fugitivo internacional: pasaba momentos relajados en las playas de Cancún durante el día, y salía de fiesta a las discotecas en las noches. Luego, tomó dos decisiones no muy sabias para alguien que está huyendo de las autoridades: empezó a actualizar su página de Facebook con mensajes sobre cuánto se estaba divirtiendo, y luego agregó a un ex funcionario del Departamento de Justicia a su lista de amigos en la red social.
Por esa falta de mesura, el joven camerunés de 26 años está ahora en una cárcel de la Ciudad de México, donde espera ser extraditado a Estados Unidos para enfrentar cargos por fraude bancario.