El señor del taxi

Los taxistas también somos muy creyentes. Nos aferramos a un santo o a la imagen de Cristo, en sus diversas estampas, para que nos acompañe a surcar diariamente estas peligrosas lenguas de cemento, que son las calles y pistas del país. Su habitual sitio, casi su altar, es el espejo retrovisor. De allí cuelgan, bien acondicionados, irradiando su protección, no solo a nosotros sino también a los pasajeros.

SARITA COLONIA o simplemente LA SARITA, una joven nacida en Huaraz y fallecida en el Callao, a la que se le atribuyen incontables milagros, tiene muchos seguidores dentro del gremio de chambas del volante. Su culto no está reconocido por la Iglesia Católica, pero qué duda cabe de que es una santa popular. No faltan los colegas que hasta la llevan tatuada en alguna parte de su cuerpo.

El SEÑOR DE LOS MILAGROS también es infaltable en los taxis. Yo tengo un amigo, Darío, que, además de lucir la estampilla del Cristo Moreno en el carro, todo el mes de octubre hace carreras vestido con su camisa morada. “Me ha salvado de varias”, es lo que siempre repite.

Con el Señor de Pachacamilla no hay pierde. Los taxistas de procedencia norteña tenemos varias imágenes a las que nos encomendamos. Por ejemplo, nunca falta en nuestras máquinas el SEÑOR CAUTIVO DE AYABACA. Es clásico verlo sobre el tablero con su túnica morada y áureos bordados.

La santísima CRUZ DE MOTUPE no se queda atrás y, junto a la VIRGEN DE LA PUERTA (Otuzco), muy venerada, por cierto, participó de la bienvenida al papa Francisco durante su arribo a Trujillo, en enero de 2018. Desde el centro del país impone su presencia el SEÑOR DE MURUHUAY, tanto como el SEÑOR DE LOS TEMBLORES, de Cusco.

Los “cañas” tarmeños e incaicos saben de sus milagros y les rinden devoción.

He visto también en varios taxis las postales de SANTA ROSA DE LIMA, el SEÑOR DE LUREN (Ica), la beatita MELCHORITA (muy visitada en Chincha) y la VIRGEN DE CHAPI (a la que este servidor le tiene mucha fe). Y un santo que ostenta un lugar privilegiado en buena cantidad de carros, taxis o no, es SAN JUDAS TADEO, el santo de las causas difíciles, entre ellas la de conseguir trabajo.

Mi abuela Jovina solía decir: “Hay mucha gente que no cree en nada, pero que tiene miedo de todo”. Yo estoy recontra seguro de que Dios es mi copiloto y nada malo me pasará. Y nos vamos con el chiste: ¿Cuál es el colmo de un taxista? Llamarse Uber. ¡Hasta el próximo miércoles!


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