Kayleigh Peach se había tatuado en la cara la palabra "cursed" o maldito en español ya que era una crítica así misma.
"Solía pensar que las cosas me pasaban por una razón y me castigaba mentalmente por las cosas", dice la chica.
Siempre le gustaron los tatuajes y a los 18 años tuvo el primero. A los 24 años y en su primer día como aprendiz, se hizo uno en el rostro.
Hoy en día la chica de Inglaterra tiene 26 años y con el 60% de su cuerpo con tinta. Se arriesgó por dicho arte y contó cómo cambiaron su vida.
"Básicamente, lo hice para que no pudiera obtener un trabajo normal, así que tenía que perseverar en lo que estaba haciendo", aseguró Kayleigh Peach.
"Definitivamente la gente me mira. Te olvidas que los tienes, así que empiezas a preguntarte: '¿Por qué me están mirando?'", explica que ya no siente vergüenza que la observen.
"Me preguntan bastante sobre los tatuajes en mi cara. Creo que la gente ve a los tatuajes de la garganta y la cara como más extremos", aseguró que recibe malas críticas y que a veces la ven como una matona.
Su familia no estuvo de acuerdo con los tatuajes y cuando su papá se casó no la dejó ser dama de honor porque tenía tinta en el pecho.
Su vida cambió para mejor
Kayleigh Peach vivía debajo de una cantina y bebía todos los días. Todo el mundo le decía baja a tomar algo y terminaba saliendo todos los días.
Cuando empezó su vida como tatuadora cambió como por acto de magia. "Renuncié a mi trabajo diario y fui directamente a convertirme en aprendiz", su vida dio un giro radical.
Hoy en día asegura ganar suficiente dinero como para vivir y asegura que su éxito como tatuadora es la atención al cliente.
Hoy en día es ejemplo de vida
"Me encanta tatuar. Tu mente nunca está estancada, siempre estás creando, aprendiendo y conociendo gente nueva", dice ser su motivo y que ayuda a personas con dolor.
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