Estar de mal humor y ser un gruñón hacen pensar con más claridad, según un estudio publicado en la revista Science que investiga las emociones. En contraste con las personas que parecen siempre felices, las de ánimo miserable son mejores a la hora de tomar decisiones, ya que son menos crédulas. El estudio justifica las críticas que tan a menudo sufren los jefes cuanto más agrio tienen el carácter. Mientras la jovialidad fomenta la creatividad, la melancolía facilita el pensamiento reflexivo, asegura el estudio.