El tiempo que transcurra entre la orden, su cumplimiento y el refuerzo o recompensa es fundamental.
El tiempo que transcurra entre la orden, su cumplimiento y el refuerzo o recompensa es fundamental.

A los perros se les puede enseñar con premios (nunca lo haga con golpes o a la mala), pero para que aprenda algo nuestro hijo perruno es necesario que la recompensa por su buena conducta se le entregue de inmediato, a lo más en 4 segundos, porque sino nunca relacionará el regalo con lo bueno que hizo y que se espera que siga haciendo.

Y es que parecería que los perros solo viven en el presente con un rango de recuerdo a corto plazo muy breve y todo aquello que no esté frente a ellos dejaría de existir momentáneamente, señala un informe de Infobae.

El profesor y doctor Juan Enrique Romero es médico veterinario, especialista en Educación Universitaria, magister en Psicoinmunoneuroendocrinología, ex director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam) y docente universitario en varias universidades argentinas y disertante internacional. Y sabe lo que dice sobre los perros y mencionamos a continuación sobre su conducta.

Todo esto se comprueba por lo que llamamos condicionamiento operante que consiste en lograr afianzar un resultado provocado apelando a un refuerzo para el perro.

El tiempo que transcurra entre la orden, su cumplimiento y el refuerzo o recompensa es fundamental para lograr que se cumpla con el objetivo de su existencia.

Debe pasar no más de un segundo entre la realización de la orden y la obtención de la recompensa por el animal, con un máximo de cuatro segundos. Si pasan diez segundos o más, el perro ya no se relacionará la recompensa con el cumplimiento efectivo de la orden.

Todo esto es así en la memoria a corto plazo, sin embargo, los perros sueñan y pareciera que lo hacen en base a recuerdos. No sería descabellado pensar que además de esta memoria corta existe en el perro la de los recuerdos que permite desplazar su mente a tiempos más remotos. Nada se sabe al respecto y sería soberbio y poco científico descartar esa posibilidad.

Por ejemplo, cuando le damos una golosina a nuestro perro al portarse bien estamos utilizando el conductismo para que aprenda. Si le hablamos con un tono firme y censor cuando se porta mal también aplicamos conductismo.


Memoria de corto plazo

Un claro ejemplo de cómo actúa la memoria cortoplacista en el perro es si volvemos a casa y tu perro hizo algún desastre será una tarea inútil retarlo, porque, aunque tu actitud corporal y tu tono de reproche le indiquen que algo está mal no sabrá qué cosa hizo mal y saldrá a tu encuentro para saludarte efusivamente, como si nada hubiera pasado.

Tu perro en ese instante no recordará haber roto nada, aunque vea el cuerpo del delito tirado en el suelo y aunque se lo muestres enojado. El acto es pasado y ya no existe, solo existe el resultado, pero eso no tiene ningún sentido para él, no recuerda quién lo hizo, solo percibe el enojo. Sabe que algo está mal, pero no sabe qué es lo que no debió ser así.

“Parecería que no son capaces de navegar por sus recuerdos e indagar o profundizar en ideas que no estén presentes, aunque sean cuestiones, personas o hechos con los que hayan interactuado recientemente. Sin embargo, para contradecir este aserto, los perros tienen una memoria prodigiosa reconociendo a otros animales y seres humanos”, señala el doctor.

“La memoria de los perros no perdona, si fuiste el dueño de un perro durante largo tiempo y dejaste de convivir con él, aunque pasen los años, el perro seguirá alegrándose al verte como si el tiempo no hubiera pasado. Misterios de la memoria y la capacidad cognitiva del perro que poco a poco vamos descifrando y comprendiendo”, indica.


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