El diestro Manuel Escribano cortó dos orejas antes de resultar gravemente herido en el triángulo de Scarpa, el sábado en Alicante (este), una tarde en la que Paco Ureña rayó a grandísimo nivel y logró una oreja de peso, mientras que el local Francisco José Palazón se dejó un toro vivo.
Escribano conectó pronto con la gente, especialmente en un variado y aseado tercio de banderillas. El toro, justo de fuerzas y de viaje cortito, le costaba pasar en la muleta. El mérito del sevillano fue aguantarle frenadas, consentirle y exponer para acabar robándole muletazos de buena factura sobre todo por el izquierdo, por donde mejor se desplazó el "adolfo".
No fue faena redonda del torero, pero sí encomiable y muy suficiente. Manoletinas mirando al tendido, estocada en el primer envite y oreja al canto.
Con tres largas de rodillas recibió Escribano al cuarto, que amagó con saltar antes de responder en la muleta con clase, temple y humillación en sus cortas y cada vez más apagadas acometidas. El de Gerena, que volvió a cautivar con los rehiletes, cuajó un trasteo en el que corrió muy bien la mano, con largura y cadencia.
Pero al entrar a matar el animal le cazó de lleno en la ingle. Tremenda cornada, la gravedad de la misma se hizo notar enseguida por la incapacidad del torero de ponerse de pie y por la hemorragia que empezó también a brotar. Logró otra oreja, que recogió la cuadrilla.