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A ningún niño le gustan las inyecciones pero su uso es imprescindible para mantener a raya las enfermedades que ya han sido "erradicadas" o que ya no representan una amenaza.

 

Según sus cifras, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que las vacunas evitan entre 2 y 3 millones de muertes cada año. Además de proteger a niños, adolescentes y de diversas enfermedades. Por este motivo, la OMS recuerda en la última semana de abril la importancia de la inmunización, desmintiendo 5 ideas erróneas sobre las vacunas:

 

Mito 1: Las vacunas no son necesarias. Falso. Aunque la higiene es un gran método de prevención, sin las vacunas, esas enfermedades podrían volver a aparecer causando epidemias. La única forma de mantenernos seguros es a través de la vacunación.

Mito 2: Las vacunas tienen efectos secundarios nocivos que aún no se conocen. Falso. La mayoría de las reacciones son leves y temporales. Los trastornos de salud graves, que son extremadamente raros, aún son objeto de investigación pero es más probable padecer un trastorno grave por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. 

Mito 3: Las enfermedades prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas en mi país, por lo es necesario vacunarse. Falso. Pese a que las vacunas han logrado que muchas patologías sean poco frecuentes, las causas que las provocan siguen en el mundo. Por lo que sí es posible contraerlas, más aún si la persona no está inmunizada.

Mito 4: Varias vacunas simultáneas puede aumentar el riesgo de efectos secundarios nocivos y pueden sobrecargar el sistema inmunitario. Falso. La administración simultánea de varias vacunas no tiene efectos secundarios. Los niños pueden volverse inmunes gracias a distintos factores con los que tienen contacto diario y representan un nido de bacterias o un foco de infección.

Mito 5: La gripe es solo una molestia y la vacuna no es eficaz. La gripe provoca entre 300.000 y 500.000 defunciones en todo el mundo cada año. Se vuelve grave cuando afecta a poblaciones vulnerables como embarazadas, niños pequeños, ancianos con problemas de salud y pacientes con trastornos crónicos, como asma o cardiopatía.