Magaly Moro |

Carolina (20 años, Chorrillos). Señora Magaly, me siento como una quinceañera enamorada de su primer novio. Actualmente, me encuentro en una relación con Antonio, el fornido heladero de mi barrio, mi futuro esposo y padre de mis hijos. Todo sería perfecto, pero mis padres se oponen a nuestro romance.

La primera vez que lo vi fue en diciembre del año pasado. Debido al intenso calor que ya se sentía en la capital, decidí comprarle al heladero que siempre pasaba por mi casa tocando su corneta. Grande fue mi sorpresa al notar que era un muchacho bastante joven, de brazos musculosos y ojos verdes. ¡Quedé flechada al instante, doctora!

Desde ese día me propuse conquistarlo. ¿Cómo? Pues, me ponía la ropa más sexy de mi armario y le compraba helados todos los días con tal de hablar con él; incluso le lanzaba indirectas subidas de tono. “¿Qué le doy, señorita?”, me preguntaba algo nervioso. “Quiero que me des Sin Parar”, le contestaba entre risas inocentes.

Luego de un mes, mi plan salió como lo esperaba y Antonio me propuso al fin ser su enamorada. Todo era felicidad hasta que mis padres nos descubrieron en arrumacos en la puerta de mi casa. Desde entonces me prohibieron verlo, creen que mi chico no tiene un buen futuro. “¿De qué vas a vivir Carolina?, ¿de “zambitos”? Ese hombre no tiene donde caerse muerto”, me gritó mi padre cuando le dije que me escaparía con él si no me dejaban salir.

Doctora, ¿qué hago? Jamás había sentido esto por alguien y no quiero separarme de él por su condición económica. Ayúdeme.

OJO AL CONSEJO

Carolina, creo que es un poco apresurado para que hables de amor verdadero. Dale un poco de tiempo a la relación para ver si realmente están destinados a estar juntos.

Por otro lado, entiendo la preocupación de tus padres, pero creo que están siendo bastante prejuiciosos sobre el oficio de Antonio. ¿Por qué mejor no se los presentas formalmente? Así lo conocerán mejor. Suerte.

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