Magaly Moro

Paloma (35 años, San Martín de Porres) Doctora Magaly, estoy muy enojada con mi esposo. Juan y yo nos casamos hace seis meses. A pesar de que ambos trabajamos nos habíamos organizado tan bien que cada uno cumplía con sus tareas del hogar.

Una de estas funciones era la de cocinar. Ambos preparamos el almuerzo. Para esto nos turnamos. La verdad es que yo pensaba que mi esposo iba a tener sus reparos para cocinar, pero lo cierto es que a él le gusta y los platos le salen deliciosos. Siempre que él prepara algo le digo que su plato le quedó riquísimo porque es verdad.

De la misma forma, cuando me tocaba cocinar Juan también me decía: “todo muy rico, amor”. Yo me quedaba contenta porque me sentía orgullosa de mis habilidades culinarias. Sin embargo, descubrí que el halago de mi esposo era una gran mentira.

Hace unos días encontré gran parte del almuerzo en una bolsa negra, en un tacho de basura que tenemos en la puerta de la casa. Fue un sábado. En la mañana no había nada en el envase y cuando, por curiosidad, en la tarde destapé el tacho me di cuenta de la bolsa. Allí estaba mi ají de gallina. Era el almuerzo que le había preparado a Juan.

Le reclamé en el acto y me confesó que en realidad no era muy buena preparando algunos platos, entre ellos el ají de gallina, y que no me lo quería decir para evitar que me sienta mal. Señora Moro, estoy frustrada y molesta con mi esposo por su engaño. ¿Qué hago con esta cólera que siento?

OJO al consejo

Estimada Paloma, entiendo tu enojo. Tu esposo al verte tan animada y orgullosa de tus supuestas habilidades en la cocina te quiso evitar un disgusto. Él consideró que era lo mejor; sin embargo, lo ideal era que te dijera la verdad. Trata de entender que no tuvo una mala intención. Te aconsejo que converses con tu esposo sobre lo que sientes. Mucha suerte.