Magaly Moro

Alexandra (28 años, San Juan de Miraflores). Doctora, siempre he sido una chica de relaciones largas, incluso, en mi último romance tuve planes de convivencia, pero no se concretó porque resulta que mi ex me fue infiel. Salí muy afectada, no obstante, después de un tiempo, me recuperé y me enamoré de Mario. Al mes de enamorados me presentó a sus familiares y, aunque me sorprendí por lo pronto que era, no me incomodó.

Desde entonces, en cada salida que teníamos siempre iba con sus parientes. La verdad, no me gustaba la idea de no tener un momento a solas con él. Además, me fastidiaba que, en cada paseo, su mamá o su abuela siempre me pidieran que tenga un bebé.

Doctora, estuve así por cuatro meses y cuando decidí mandarle un WhatsApp para terminarle, Mario me llamó para que vaya a visitarlo. Fui y, antes de ingresar a su casa, me juró que ese día sería inolvidable. Al ingresar, estaba toda su familia sosteniendo un cartel que decía “Nuestro compromiso”. Mario se arrodilló, sacó el anillo y me pidió que sea su esposa. Sin saber qué hacer, solo atiné a responder que sí porque vi como todos me miraban.

Todos estaban felices, pero yo me intimidé demasiado. No duré ni dos horas en la celebración; agarré mi cartera y salí huyendo de ahí con el pretexto de que tenía un asunto familiar. Han pasado cinco días de aquel momento y he tratado de todas las formas de evitar a Mario. Me apena, pero no lo veo como esposo. He descubierto que es muy intenso y no me gusta. Lo peor de todo es que con este anillo en la mano no sé cómo romper nuestra relación. Por favor, dígame, ¿qué hago?

Ojo con el consejo

Querida Alexandra, quizás en ese momento aceptaste para no hacerlo quedar mal y, hasta cierto punto, es entendible, pero no dejes que pasen los días. Si no quieres dar ese paso con él, díselo para que la ilusión por el compromiso no aumente y el golpe sea peor. Sé sincera. Ocultar lo que realmente sientes solo arruinará tu vida y la de Mario. Mucha suerte.