Magaly Moro

Astrid (27 años, San Miguel). Doctora es muy bochornoso para mí contarle esto, pero creo es necesario para salvar mi relación. Resulta que he descubierto un aspecto de mi pareja que me disgusta por completo: huele siempre a sudor.

Jaime y yo nos enamoramos durante el invierno del año pasado; él era veterinario de mi perrito Lucas. Luego de varias miradas coquetas entre nosotros, salimos a una cita romántica por la Costa Verde. Él iba muy aseado, con ropa fina y oliendo a dioses; obviamente, yo caí rendida a sus pies. Sin embargo, creo que los días lluviosos y su perfume de marca ocultaron su oloroso problema.

La primera vez que lo noté, pensé que mi chico se había olvidado de usar desodorante. “Bueno, a cualquiera le puede pasar”, pensé inocentemente. Pero no doctora, me di con la sorpresa que Jaime simplemente suda a mares cuando hace un mínimo de esfuerzo físico. Y no solo eso, su sudor tiene un hedor desagradable.

La intimidad con él es todo un problema para mí. Mientras estamos en plena acción, mi pareja transpira en exceso. No quiero sonar cruel, pero me da asco. Ha llegado el punto en el que finjo dolores de cabeza para evitar intimar con Jaime.

Ahora que el sol está más fuerte que nunca, la situación se ha agravado. No quiero terminar con él por algo tan trivial, pues es un muchacho maravilloso y estoy enamorada de él. No obstante, no sé por cuánto tiempo más aguantaré su espantoso tufo. ¿Qué hago, señora Moro?

Ojo al consejo

Querida Astrid, no creo que debas terminar con Jaime por este problema; sudar es totalmente normal.

Habla con él y cuéntale lo que te incomoda, siempre usando las palabras correctas para no herir sus sentimientos. Quizás tenga un problema médico que no te ha contado por vergüenza.

Sé paciente y busquen la forma de refrescarse juntos este verano. Suerte.