Magaly Moro

Felícitas (52, San Isidro). Señora Moro, no puedo creer que 20 años de matrimonio se podrían ir al tacho por la culpa de un candidato tan arcaico como Rafael López Aliaga. Hace más de 25 años que conozco a Manuel y jamás habíamos peleado tanto, como en estas últimas semanas. Si bien mi esposo es un hombre conservador y súper católico, siempre hemos sabido llevar muy bien nuestras diferencias pero resulta que, de la noche a la mañana, se ha convertido en un radical que está de acuerdo con todo lo que diga ese político.

Me da vergüenza que respalde las declaraciones de un tipo como ese, que fue capaz de decirle a una mujer que sufre una enfermedad terminal y que logró acceder a la eutanasia: “(...) Si usted quiere matarse, pone su tina, se corta las venas, pone una buena música, pone agua caliente y ya está muerta. Para qué mete al Estado en esto”. Yo no estoy de acuerdo con la eutanasia, pero nadie merece recibir ese tipo de palabras.

Hace poco mi marido se puso como loco porque dije: “¿Por qué un candidato como ese estará subiendo en las encuestas? ¿Será que ya es el fin del mundo?”. A lo que Manu respondió: “A esta edad te has convertido en una vieja hippie. Cualquier día te veré marchando a favor de la comunidad LGTB”.

Incluso, hace tan solo unos días, Manuel festejaba el supuesto celibato del “Tío Porky”. No opiné para evitar problemas. Señora Moro, he pensado seriamente en separarme, pero temo estar exagerando. Necesito su consejo.

Ojo al consejo

Estimada Felícitas, no te apresures a terminar con un largo matrimonio por este tipo de diferencias. Bien dicen que “en la mesa no se habla ni de política, ni de fútbol, ni de religión”, son temas muy controversiales.Sin embargo, dile a tu marido que debe respetar tu opinión y evitar los insultos o, de lo contrario, la relación se puede deteriorar y terminar en una ruptura.