Magaly Moro

Alejandra (30 años, Centro de Lima). Señora Moro, me siento muy fatigada con la situación que está afrontando mi conviviente Michael. Él es arequipeño de nacimiento, pero vive en Lima hace cinco años. En una de sus visitas a la capital nos conocimos y decidió radicar en Lima.

Cuando lo conocí me impactó su hermosa y ondeada cabellera de color castaño oscuro. Siempre me han gustado los chicos con rulitos, son mi debilidad, por esa misma razón caí rendida ante sus pies. Además, tenía una gran personalidad, era decidido y divertido.

Sin embargo, hace poco hemos empezado a notar que se le está cayendo el cabello, cada vez tiene menos y deja pelitos en la almohada o en la ducha. Es algo muy desagradable.

Lo peor de todo es que Michael no dice nada, ya se resignó a quedarse calvo. “A todos los hombres de mi familia les ha pasado eso, amor. Todos, antes de los 40, se quedan calvos. Es algo hereditario, al parecer”, responde cuando tocamos el tema.

¡Ay doctora, la verdad es que no sé cómo actuar ante esta situación! El hombre casi calvo que veo todos los días al despertar, no me está gustando. No me atrae y hasta puedo decir que su apariencia me incomoda. Intento disimular estos sentimientos, pero a veces es imposible. No le quiero decir nada para no hacerlo sentir mal, pero también pienso que, si no menciono mi sentir, ¿Cómo lo soluciono?

Lo quiero, pero el físico importa mucho. ¿Qué hago? Ayuda por favor.

Ojo con el consejo

Querida Alejandra, es natural que estés sorprendida, pero de ahí a sentir incomodidad por algo físico, me parece muy extremo.

Cuando el amor es sincero y real, el físico, por más que haya sido lo que te atrajo en un principio, pasa a segundo plano. No obstante, si sientes que realmente será algo insuperable, lo mejor es que te alejes y se lo expliques sin dañarlo.